Manu llega de estudiar, como estudia por las tardes, trata de hacer todas sus tareas durante el recreo, para poder ver televisión tranquila, pero para su mala suerte no hay luz en la colonia, mientras le sirve una merienda su señora madre, le dice que saldrá, que pronto regresará, junto con su hermana a quien le habían dado una cajita musical, se juntará con la abuela, para ir a saludar al pastor de la iglesia que está de manteles largos.
La madre le pregunta, cómo le fue en la escuela, mientras empieza a prender algunas velas por la casa (costumbre que tenemos todos cuando hay un apagón y empieza a oscurecer), Manu le cuenta que le fue bien y que ya hizo las tareas.
La mamá se despide de Manu, comentándole, que su papá llegara tarde porque tiene reunión en el trabajo, le recomienda también, que no deje entrar a nadie en la casa y su hermanita le recuerda (para su mala suerte), que no tiene por qué tener miedo a la oscuridad, cosa de la cual el pobre Manu ni se acordaba.
Tres velas eran las que iluminaban la casa, una en la mesita de centro de la sala, otra en la mesa del comedor y una en el cuarto del fondo (el de su hermana), recostado en la oscuridad, entre la tenue luz de la vela que estaba en la mesa del centro, empezó a escuchar golpes en la mesa y en un trinchante, es normal que los muebles de madera crujan de vez en cuando –pensó-, pasaban ya las 7:30 de la noche y la familia de Manu aún no regresaba, lo extraño es que también el gabetero de su hermana comenzó a crujir.
El sonido de la cajita musical
A eso de las 8 de la noche, comenzó a sentir un poco de hambre, pensó en hacerse algo de comer, así que fue a la cocina, mientras buscaba en la oscuridad con la vela que había tomado en la sala, escuchó claramente una melodía, parecía una cajita de música, recordó que su hermana tenía una que sonaba igual, la abuela se la había regalado, Manu pensó: “Que jode mi hermana con poner esa babosada a cada rato”, pero en el momento recordó que su hermana se había marchado con su mamá.
Manu sintió los pies pesados, sintió miedo, no quería salir de la cocina, pero, así como empezó la melodía, así también rápido terminó, entonces Manu dijo para sí mismo: “De plano, mi hermana le dio cuerda a esa su babosada, se trabó y ahora es que suena”, ya con este pensamiento, Manu vuelve a la sala con un poco de pan dulce y refresco.

Pero Manu tenía curiosidad, dejó la comida por un lado y se encaminó al cuarto del fondo, al cuarto de la hermana donde habían dejado otra vela, para poder iluminar un poco el recorrido del pasillo de los cuartos, en la casa de Manu, no había puertas en los cuartos, solo cortinas ralas recogidas en forma de nudo, cuando llegó a la habitación de su hermana, vio que a la par de la vela estaba la cajita de música cerrada, todo estaba normal, todo estaba en su lugar, así que volvió a la sala, sintiéndose más seguro, más tranquilo.
Ya en la sala nuevamente Manu se pone cómodo mientras termina de comer su pan dulce, pero, de nuevo se escucha la melodía de la cajita de música, voltea a ver a su derecha en dirección al cuarto de su hermana y nota que la cortina está completamente extendida, se nota la llama de la vela que se mueve estrepitosamente, también nota que algo a la derecha de la vela se mueve, exactamente dónde está la cajita de música de su hermana.
De pronto nuevamente para la canción, Manu piensa: “Lo bueno es que paró ya esa babosada y necesita que le den cuerda para que siga sonando, así que ya no sonará”, para la mala suerte de Manu, escuchó claramente, que le daban cuerda a la cajita y comienza nuevamente la dulce melodía triste a sonar.
Manu piensa que tal vez su hermana le está jugando una broma, se decide y camina por el pasillo, llega hasta el cuarto, ve como algo se mueve atrás de la cortina a la par de la vela, Manu hace a un lado la cortina, nota que la caja de música está abierta y lo que se mueve es la muñequita bailarina de la cajita, el muchacho revisa el cuarto, diciéndole a su hermana que es suficiente, que salga y ya no lo moleste, de pronto escucha una carcajada de mujer anciana.
Pero no hay nadie en el cuarto, Manu se para frente a la cajita de música, la melodía de nuevo para, frente a sus ojos se cierra, vuelve a dar cuerda solita, se abre la tapa y vuelve a sonar la melodía mientras la bailarina da vuelta y vuelta, lo que debería ser un objeto de ternura se convierte en uno terrorífico, Manu siente los pies clavados en el piso, se siente adormecido, sale del cuarto dando la espalda a la cajita de música (que ahora no para de sonar).
Todo le da vueltas, tiene nauseas, ya cerca de la sala voltea a ver y ve una figura que está de lado, en camisón largo y viejo, cabello largo repleto de canas, con el cuello torcido, ve como éste ser, acaricia con sus manos largas, la cajita de madera, de golpe ésta mujer, lo voltea a ver a través de la ralez de la cortina, provocando el susto del muchacho al ver oscuridad donde debieran estar los ojos, nariz y boca de la anciana mujer.

Ésta con la cajita en la mano, sale del cuarto, atravesando la cortina, Manu rápidamente corre hacia la puerta, pero en la oscuridad se golpea la cabeza y cae desmayado, luego, mientras despierta, pega un grito al sentir una mano en su rostro, le gritan: “Mijo, mijo, que te pasó?”, era su señora madre, que junto a la familia lo habían levantado y llevado hasta el sofá, el muchacho contó lo que le había pasado, ni sus papás ni su hermana le creyeron, es más, lo regañaban por tener miedo a la oscuridad, pero, fue la abuela que lo defendió y agarró la cajita de música del cuarto de su nieta y la llevó a guardar a su ropero.
La abuelita contó, que esa caja de música, perteneció a su hermana mayor, que le superaba en 25 años a ella, que había muerto ahorcada, cuando la enterraron metieron todo en su nicho, pero ella se quiso quedar con la cajita, la abuela y la mamá recordaron en ese momento que en algunas noches creían escuchar la melodía de la cajita, el papá de Manu le dice entonces a su suegra: “Por qué no mejor la tira, suegrita? o se la da a su otra hermana?”, entonces la abuela dice: “No, porque era de mi hermana, es una reliquia de familia y la quiero conservar…”.