La ladrona de leche

La ladrona de leche

A principios del siglo pasado, los abuelitos de Lily vivían en el bello San Martín Jilotepeque, municipio del hermoso departamento de Chimaltenango, ellos estaban muy contentos, porque había nacido un nuevo integrante de la familia, la esposa de su hijo Antonio había dado a luz a un lindo varón, al que le pusieron por nombre “Ángel”. Con esto iniciamos con «la ladrona de leche».

Angelito llevó mucha alegría a sus abuelitos, ya que era el primer nieto que tenían, cuando el bebé tenía cerca de 3 meses, su abuelita notó un cambio en su comportamiento, lloraba de hambre todas las madrugadas y en las mañanas, cosa que a la mamá del niño le parecía extraño, ya que ella sentía como todas las noches el bebé tomaba la leche de sus pechos.

Pensaron que era muy comelón, así que no le pusieron más atención al asunto, además decían las criadas de la casa, que era bueno que llorara porque así desarrollaba mejor sus pulmones, pero la abuelita tenía un presentimiento extraño.

Al pasar los días, el evento fue de menos a más, el pobre infante lloraba de hambre por las mañanas y lo peor es que se estaba poniendo delgadito, así que por órdenes de la abuela comenzaron a darle pachita con leche de las vacas que tenían en la propiedad, el bebé se recuperó un poco, pero el llanto en la madrugada del niño era extraño, ya que según la mamá el niño se bajaba los dos pechos por la noche.

Esto despertó sospechas también en el papá de Angelito, lamentablemente como él se levantaba desde las 3 de la mañana a trabajar en la finca sólo sabía del llanto del bebé en las madrugadas, por lo que le contaban sus familiares y criadas de la casa.

La sospecha de la ladrona de leche

Una noche por recomendación de la abuelita, Antonio el papá de Ángel puso a uno de sus mejores trabajadores con instrucciones para que lo cubriera en el trabajo y veló el sueño de su bebé en una silla desde una esquina del cuarto, pero como se acostó demasiado tarde por dar instrucciones el sueño le vencía, cabeceaba pero luego se concentraba en su esposa e hijo.

La luna entraba por las ventanas de un costado del ranchito con techo de paja donde vivían muy felices, ranchito que estaba a escasos metros de la gran casa de los papás de Antonio. Entre cabeceo y cabeceo, como a eso de las 3:15 de la madrugada, Antonio escuchó un movimiento en el techo de paja. La sospecha de que aparecería la ladrona se hizo mayor.

Sin moverse para ver que pasaba, seguía con la ayuda del oído y por el polvo que caía del techo lo que se arrastraba entre la paja, la ladrona empezaba a actuar, luego, gracias a la luz de la luna vio un reflejo que bajaba por la pared blanca que daba a la cabecera de la cama, este reflejo bajó también por dicha cabecera, Antonio con revolver en mano observó como una culebra de dos metros de largo y dos pulgadas de diámetro se metía en su cama.

Antonio no podía hacer nada en ese momento, no podía disparar porque lógicamente podía lastimar a uno de sus seres amados, se acercó muy despacio para tratar de agarrar con la mano al animal, quería sacarlo y darle muerte afuera de su casa, pero para su sorpresa, la culebra ágilmente ya sobre las sabanas había metido la cola en la boca de Angelito para que no llorara, mientras bebía de la leche de los pechos de la madre mientras esta dormía, lamentablemente no pudo distinguir que tipo de culebra era, también sabia que era muy probable que esta mordiera el pecho de la esposa si el trataba de agarrarla.

La serpiente ladrona de leche

La culebra ladrona, bebió de los dos pechos de Margarita la mamá de Ángel y tan rápido como llegó desapareció en el techo, al poco tiempo Angelito comenzó a llorar.

En la mañana Antonio comentó a sus padres y esposa lo que pasaba, estaban horrorizados, sobre todo Margarita, que se cubrió los pechos con las manos y lloraba, doña Julia la abuelita de Angelito dispuso que se mudaran a la casa con ellos, ya que como tenían techo de madera pensó que así se acabaría el problema, pero don Felipe abuelo de Angelito, llamó a uno de sus hombres de confianza, de los más antiguos, para consultarle del asunto.

Juan, hombre de confianza de don Felipe le comentó que como ese tipo de animales huelen la leche, buscaría a la madre y de seguro pasaría lo mismo, pero que había forma de engañar a la culebra y de matarla.

El plan de Juan era sencillo, para que Margarita no corriera peligro, ella misma sacaría un poco de leche y lo colocaría en un frasco, con un pañuelo amarrado lo taparían, para que la culebra sintiera el olor e hiciera lo de todas las noches.

“Entonces cuando se acerque a la cama la mato” dijo Antonio, “No” contesto Juan y comentó: “Esos son animales muy sensibles, si siente algo extraño saldrá rápido y será en vano el esfuerzo”, “¿Entonces que hacemos?” preguntó Antonio, a lo que Juan respondió: “Yo me acostare con el frasco en la cama para que la culebra sienta como todas las noches también el calor del cuerpo, cuando esté cerca la agarro y la saco de la casa, ahí si patroncito, usted la hace cincho”.

Prepararon todo, mientras don Felipe y Antonio velaban a unos 20 metros del ranchito Juan estaba acostado en la cama, a la misma hora de siempre, se escuchó ruido en el techo, Juan estaba muy tranquilo, producto de la experiencia que sólo este tipo de gente tenía, la culebra descendió como todas las noches, ya en la cama olfateo la leche, Juan tenía que esperar el momento exacto para agarrarla de la cabeza sin que lo mordiera.

Juan veía como el animal, siendo esta, la ladrona de leche dudaba, parecía como que buscaba al niño para ponerle como siempre primero la cola en la boca, la culebra era más inteligente de lo que Juan esperaba, pero para nada se puso nervioso, entonces la culebra se acercó al frasco que Juan tenía metido en el pecho, dentro de su camisa.

Rancho en finca

La culebra, ladrona de leche, sintió la trampa y se lanzó a morder velozmente a Juan, pero increíblemente Juan fue más veloz y le agarró la cabeza, el animal de dos metros forcejeaba, daba coletazos, pero el buen hombre la pudo controlar, ya afuera fue Antonio el que le aplastó la cabeza con la cacha de su pesada arma dando fin al problema.

Todo volvió a la normalidad, pero ahora Antonio y Margarita dormían en la casa grande, Angelito recobró la salud y creció como un niño normal, a Juan le dieron dinero y le regalaron el cuero de la culebra como agradecimiento por el trabajo hecho. La ladrona ya no los siguió molestando.

Les recomiendo mucho a las damas que dan de lactar que tengan cuidado, ya sea porque vivan en áreas rurales o vayan de vacaciones al campo, esto por extraño que parezca sigue sucediendo, la ladrona de leche sigue apareciendo, espero que después de esta historia, puedan dormir tranquilas.

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