La mujer de blanco y el gato negro

La mujer de blanco y el gato negro

Estos acontecimientos se dieron entre los años 1999 y 2007, y al parecer, siguen sucediendo…

Era noviembre del año 2,008 Mario había dejado su carro en el parqueo que está a un costado del edificio S7 porque andaban en una fiesta de Derecho con Luis y Jaime, sus amigos desde el primer semestre.

A las 10 de la noche dispusieron echarse los traguitos en el vehículo, platicaban alegremente de una excursión a la cual irían la siguiente semana, al fin conocerían el hermoso departamento de Petén, lo que los tenía emocionados.

Pasó el tiempo más en molestadera que en los preparativos para el viaje.

De pronto Jaime ve hacia el pasillo externo que está a un costado del Aula Magna Iglu, el de columnas azules, y ve a una mujer vestida de blanco, que va caminando muy lentamente con dirección a la Plaza de Mártires.

Jaime les dijo a sus compañeros:

“Muchá! Como que se me pasaron los tragos, ya estoy viendo babosadas”

Indicando con el dedo lo que estaba viendo en ese momento a sus amigos.

A lo que Mario respondió:

“Babosadas siempre hablás, pero no hemos tomado tanto como para andar viendo cosas, te lo digo porque yo también la veo”

Más por curiosidad que por valentía se salieron del carro y hasta dejaron las puertas abiertas, se acercaron en silencio para verla mejor, la mujer era alta, toda vestida de blanco, pelo liso negro que le cubría todo el rostro, pero no fue hasta que se acercaron más que notaron que ella no caminaba, parecía flotar y no se le veían los pies.

Sintieron los pies pesados, que se descomponían en sus ánimos y hasta lo mareado que les habían provocado los tragos se les pasó.

Lamentablemente Luis se puso muy nervioso y por salir corriendo topó con una banca, soltó una botella de licor que llevaba en la mano, provocando mucho ruido en medio del silencio en el que estaban.

Mujer de blanco

Esto llamó la atención de la mujer de blanco, la cual se detuvo, y parecía buscar de donde venía la bulla que interrumpía su lento caminar, para ese momento Mario y Jaime ayudaban a Luis a reincorporarse.

Pero para su mala suerte vieron que la mujer se dirigía hacia ellos pero no de forma lenta sino que con mucha ligereza, entonces corrieron asustados hacia el carro.

El rostro de la mujer de blanco

Entraron rápidamente y cerraron las puertas con llave, pero Mario no encontraba las llaves para encender el carro.

La mujer llegó hasta el vehículo, pero no entraba, sólo ponía sus grandes manos en los vidrios, por ratos pegaba la cara en la ventanilla como queriéndose mostrar.

Ninguno de los muchachos se animaba a verla, mientras trataban de buscar la llave en sus bolsillos y en el piso del carro.

Lamentablemente Luis, entre alegatos con sus amigos para ver como salían de esa horrible situación, involuntariamente la vio: rostro gris, demasiado arrugado, tenía tres bocas y varios dientes en cada una desalineados y amontonados, no tenía ojos, ni nariz, ni orejas.

Ella empezó a moverles el carro con una fuerza descomunal, Jaime se dio cuenta de que Luis estaba ido, viendo hacia ella, en ese momento Jaime le dio una bofetada a Luis para que reaccionara.

Cuando Luis reaccionó ella se enfureció más y empezó a dar alaridos con sus tres bocas, gritos horribles que se escucharon incluso en colonias vecinas a la universidad, y que más de algún vigilante escuchó en su cuarto, grito que para algunos no es raro de oír allá por diciembre, cuando la U está más sola.

Los muchachos sentían que ya se los ganaba, casualmente en el espejo retrovisor del carro, estaba un escapulario de nuestra Señora Del Carmen.

Era lo que no la dejaba entrar al carro, regularmente en las iglesias de nuestro país bendicen los carros y muchas veces cuando lo hacen en la iglesia católica, la gente compra rosarios o escapularios y los pone en su vehículo.

El escapulario que estaba en el carro viejo de Mario, ya venía cuando lo compró y siempre lo quiso quitar porque sencillamente no le gustaba, pero esa noche lo agarró en sus manos y no lo soltaba, fue cuando ella pegaba los alaridos más fuertes pero no se iba, rodeaba el carro, por ratos se pegaba pero al sentir el escapulario se alejaba.

Mario me cuenta que fue por las 5 de la mañana que los dejó de molestar, retomando el rumbo lento hacia la biblioteca, pero vieron que un gran gato negro iba detrás de ella.

Jaime era el que tenía la llave pero por el miedo nunca se la encontró en los bolsillos, Luis el muchacho que la vio y quedó ido por un momento, ya nunca fue el mismo, pasó dos semanas enfermo de fiebres, ahora es tartamudo…

En noviembre del 2000, Gil estaba como todas las noches terminando su horario de trabajo en la biblioteca central de la USAC, como es de costumbre, espera a que salgan todas las personas como medida de seguridad para evitar robos o daños a las instalaciones y documentos.

Al ver que ya no hay nadie se dirige a apagar la luz del cuarto nivel, de pronto divisa entre los anaqueles una figura blanca, que busca algo entre los libros, Gil se extraña de esa situación, se acerca por donde está la persona para pedirle que por favor abandone la biblioteca, la cual está por cerrar.

Biblioteca

Para su sorpresa, ella no responde, sí, es una mujer, entonces él decide dirigirse hasta el otro lado donde está la dama vestida de blanco, porque tal vez está muy metida en la búsqueda de un libro, pensó él.

Para sorpresa de Gil, ella ya no estaba, había desaparecido.

Una semana después estaban dos amables damas que trabajan en la biblioteca, tomando un café en una mesa que tenían en una esquina del cuarto nivel, la cual usaban para tomar su refacción, cuando de pronto una figura blanca se notó entre los anaqueles de libros, las damas pensaron que era alguna practicante o bien alguna estudiante, al acercarse a ellas, se dieron cuenta de que no era algo de este mundo y salieron corriendo hacia el tercer piso.

Momentos después les comentaron otros de sus compañeros, que no eran las únicas que habían visto a “la mujer de blanco” como le dicen en la biblioteca a este ser sobrenatural.

Los siguientes días para los trabajadores de la biblioteca, fueron de incertidumbre, con un cierto ambiente de temor, porque al parecer, incluso algunos alumnos y guardias veían a una mujer que desaparecía entre los niveles del edificio.

Una noche, cerca de dos semanas después, ya era hora de salida de la biblioteca, apagaban casi todas las luces para que los usuarios comprendieran que ya se iba a cerrar, pero solo dejaban una luz, así que entre la penumbra del cuarto nivel, Gil se cercioraba que no quedara nadie dentro de él.

Al regresar para apagar la última luz, Gil la vió entrar hacia los anaqueles donde estaban las revistas, entonces tomó valor y se encaminó hacia donde ella estaba.

Le dijo, buenas noches, necesita algo, en ese momento Gil entraba en el anaquel donde ella estaba, notó que no tenía pies, era como que levitara, Gil se sintió un poco mal, sintió los pies pesados, pero se repuso y le preguntó:

¿Necesita algo?, ¿la puedo ayudar en algo?, ¿necesita usted que lleve algún mensaje?

“La mujer de blanco” simplemente no contestó, pero ojeaba una revista, la cual tiró a los pies de Gil y se fue, sin mostrarle el rostro.

Gil revisó la revista tratando de ver si en ella había algo que le dijera que necesitaba “la mujer de blanco”, pero nada, ella sólo la estaba ojeando…

En diciembre del 2007 Elfido guardia de seguridad de la U, llegaba a rectoría para tomar el turno de la noche, en ese entonces él pernoctaba en la planta baja de la biblioteca, en un cuarto que quedaba cerca de los baños, la pared externa de ese cuarto da justo a la rampa que está para subir al segundo nivel de ese edificio.

Cuando estaba saliendo de rectoría, lo llamó el compañero Lucho, que le indicaba que escuchaba los gritos de una mujer en la biblioteca, pero no la encontraba para auxiliarla.

Al llegar Elfido a la biblioteca, se reunió con Lucho, y en efecto, habían gritos de mujer por la rampa de ese edificio, pero sólo se veía un inmenso gato negro, tan grande como un perro.

Avanzaron buscando de donde provenían los gritos, retrocedieron y buscaron en los alrededores de la biblioteca y nada, pero los gritos se habían convertido en lamentos horribles.

Al llegar de nuevo a la rampa vieron otra vez al gato negro, pero esta vez más grande, al aproximársele ellos nuevamente, éste, desde la rampa donde está el teléfono monedero que está a la par de la entrada a la farmacia universitaria, pegó un brinco llegando hasta donde está la Ceiba que está enfrente de este edificio, brinco de más de 2 metros de alto y de 12 de largo.

En ese momento Lucho le dijo a Elfido:

“Esto no es nada bueno, yo mejor me voy, usted métase al cuarto de la planta baja antes que esto se ponga peor”

Y así lo hicieron.

Cuando Elfido iba entrando vió que el gato negro iba detrás de él y los lamentos parecían estar enfrente de la puerta, pero no veía más que el gato el cual era cada vez más grande.

Elfido logró entrar al cuartito, lo cerró bien, pero los lamentos eran más terribles.

Entonces sintió una presencia, que estaba fuera del edificio, rasguñando la pared, él sabía que era el gato, entre los lamentos de la mujer y los rasguños del gato en la pared llegó la madrugada, entonces empezó a rezar.

Rezando con los ojos abiertos y la pistola en la mano se quedó profundamente dormido, a la mañana siguiente, cuando salió del edificio, había una gran neblina, pero ni señas del gato, ni de ninguna mujer .

Alrededores de la USAC

Aún se ve a “la mujer de blanco” en la biblioteca, caminando por el pasillo de las columnas azules, incluso por la plaza de mártires, un compañero de ingeniería la vio en las gradas de la biblioteca en diciembre del año pasado.

Traten de no estar muy tarde en la U en los meses de noviembre, diciembre y enero, que es cuando la U está más sola, no sea que, como dicen los buenos compañeros de la biblioteca:

“Se te aparezca “la mujer de blanco” y te vayas con ella”.

Investigación, historia y narración: Fernando Andrade Mazariegos todos los derechos reservados Guatemala 2,014

Fotos por: Fernando Andrade Mazariegos 

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