La mujer con la mortaja blanca

La Mujer de la mortaja blanca

Fría noche, frío cielo, frío encuentro, era noche de verano, eran los inicios del siglo recién pasado, las calles no eran como ahora, no había tanta construcción, pero las que habían en su mayoría eran elegantes, otras tal vez no tanto, la mujer utilizando atuendos elegantes por el clima y todo esto quedaba perfecto en la estampa de la tacita de plata, al cerrar los ojos la veo en blanco y negro, a veces en sepia, pero el deseo de poder haber vivido en esa época hace posible que llene de colores el lienzo de la añoranza.

Entre estas construcciones había algunas edificaciones que eran conocidas como chalet, un chalé o chalet es un edificio concebido principalmente para su uso como vivienda unifamiliar, que comparte terreno en una misma finca con una superficie sin construir, como un jardín o un patio adyacente, pero sin patio interior entre las habitaciones.

En ese verano, empezó a correr el rumor de una aparición, una mujer de blanco que recorría la avenida Elena, ésta en ocasiones desaparecía entre la 14 y 15 calle para ser más precisos, muchos hacían burla del rumor, otros se santiguaban al escucharlo, muchos escépticos reían al escuchar tal cuento, pero absolutamente ninguno quería estar fuera de casa pasadas las 11:30 de la noche, que es cuando la dama se manifestaba.

La mujer de blanco y el gato negro
La mujer y la mortaja blanca

Andrea, muchacha de 19 años, trabajaba en un restaurante de los más elegantes de la ciudad, el dueño de dicho negocio le tenía mucho cariño, motivo por el cual sólo en ella tenía la confianza para todas las tareas que habían en el mismo, incluyendo la de cerrar por las noches.

En una ocasión, la pobre Andreita tuvo que cerrar cerca de las 11 de la noche, debido a que el dueño del restaurante se había quedado tomando unos vinos con algunos buenos vecinos, en el camino de regreso a su casa la niña tenía miedo, ya que ella vivía en un chalet que quedaba justo enfrente de donde la mujer de blanco se perdía de la vista de los testigos.

En su mente las voces de las señoras contando el rumor hacía eco, al llegar a la esquina de la 18 calle y avenida Elena el viento soplaba cálido entre los árboles, no había ni una sola nube en el cielo, la luna llena daba una claridez hermosa pero impactante a la escena, Andrea empezó a caminar en la soledad de la calle, pensaba para sí misma: ”Ese espanto es sólo para mujeriegos, a de ser la ciguanaba”, de pronto, el ambiente empezó a cambiar, a lo lejos los perros comenzaron no a ladrar, sino a emitir aullidos extraños, la niña comenzó a caminar más rápido.

Apenas 30 metros de la entrada a su casa, se sintió pesada, sintió frío, se recostó un momento en la pared, al cruzarse la calle para entrar a su casa, le fue inevitable ver a su izquierda, fue donde la vio a escasos 50 metros, un bulto alto, blanco, iluminado por la luz de la luna, que se tambaleaba en su lento caminar.

La aparición de la mujer con la mortaja blanca

Andrea quiso correr, pero dar un paso le costaba mucho, mientras el bulto se aproximaba poco a poco, un frío extraño llenó la calle que al fin había cruzado la muchacha, lo extraño es que este bulto, no puso atención a la niña, seguía caminando como si ella no estuviera ahí, al estar en frente de la puerta, la niña cayó recostada en ella, no podía abrir, era demasiado el frío y demasiada la impresión en Andrea.

Dentro de la casa doña Blanca tía de Lily, que arrendaba los cuartos, estaba preocupada por Andrea, ya que era una inquilina muy cumplida y nunca llegaba tarde, de pronto tuvo la necesidad de salir al patio donde estaba la puerta de entrada, al acercarse a la puerta escuchó como aruñaban la madera desde afuera, abrió cuidadosamente la puerta y vio a Andreita tirada, pálida, fría, cuando la niña vio a doña Blanca extendió una mano pidiendo ayuda, doña Blanca le preguntó mientras la ayudaba a levantarse: “Niña, ¿Qué le paso?, ¿Por qué viene tan tarde?

¿Qué le hicieron?”, la muchacha sin poder hablar señaló con la otra mano el otro lado de la calle, fue entonces que ambas la vieron, mujer alta, vestida de blanco, de tonto andar, parecía tener un velo en la cara, que parecía haber notado la presencia de ambas damas, por lo que empezó a caminar hacia ellas, doña Blanca asustada sintió el cuerpo engarrotado, pero aún así empezó a arrastrar hacia adentro a Andrea, justo antes de cerrar la puerta doña Blanca notó que el espanto no llevaba vestido ni velo, lo que llevaba encima era una mortaja

La mujer del camino
La mujer de blanco

Cuando al fin estaban adentro algo extraño sucedió, se puso tan helado el clima que parte de la puerta se congeló, Dios escuchó los rezos de Andrea y doña Blanca, porque si no, capaz que la mujer con mortaja se hubiera metido en la casa, al día siguiente todos en la avenida Elena se enteraron de lo acontecido, Andrea no volvió a llegar después de las 8 de la noche, cambió de trabajo, dicen que aún este espanto aparece de vez en cuando por las noches, han logrado ver que llega a la avenida Elena desde la Avenida del Cementerio, por la 17 calle, así que mucho cuidado al andar por ahí muy de noche.

Avenida del Cementerio General, Guatemala

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Respetemos los derechos de autor, mejor comparte el artículo.

A %d blogueros les gusta esto: