En una noche de octubre se ve correr a un muchacho perseguido por otros, al parecer tuvo una discusión en uno de los negocios de comida y bebida que quedan a menos de una cuadra de la U del lado del periférico. Aquí inicia la historia de las llamadas del muerto.
No es raro que esto suceda, menos los fines de semana, pero bueno, continuemos con la historia.
Al día siguiente, en el edificio de rectoría se encontraban distribuyendo las rondas los elementos de seguridad, cuando recibieron una llamada telefónica del departamento de bomberos.
En la llamada se enteraron que un muchacho había llamado desde su teléfono celular diciendo que se había caído en un barranco de la U, al parecer lo perseguían para matarlo la noche anterior y lo único que pudo hacer fue arrojarse entre la penumbra de la noche al vacío.
Ya alertados los elementos de seguridad de la U permitieron el acceso de la ambulancia que llevaba a unos bomberos con el equipo necesario para bajar por el barranco.
Un bombero al que llamaremos Fulgencio ayudado por otros bomberos, aseguró una cuerda en un árbol y empezó a descender con mucho cuidado.
Cuando llevaba unos 30 metros recorridos logró llegar a un corte provocado por un derrumbe, los cuales son comunes en la zona.
Al bajar 5 metros más, logró divisar al muchacho, todo maltrecho, sentado y recostado de espaldas a una piedra.
Al verlo le gritó:
“Hey! Mirá para arriba, ¿podés moverte?”
A lo que el muchacho le respondió:
“No, me duele mucho mi pierna”
El bombero pudo divisar que el muchacho tenía una fractura expuesta en el muslo izquierdo.
Fulgencio le dijo:
“No te preocupés, en este momento bajo, no te desesperés, ya estamos aquí”
De pronto Fulgencio nota que la cuerda no es suficientemente larga para bajar los 10 metros que aún le quedan por llegar a donde estaba el muchacho.
Le dijo que no se desesperara, que solo iba a cambiar de cuerda.
Fulgencio subió de nuevo y comentó a sus compañeros que le hacía falta otra cuerda más larga, cambiaron la cuerda y volvió a descender.
La llamada del muerto
Fue en ese momento que el cuerpo de bomberos recibió otra llamada del muchacho, explicando lo mismo, que se había lanzado al barranco y necesitaba ayuda, le comentaron que no se desesperara, y que estaban pronto a sacarlo.
Ya con la cuerda más larga Fulgencio se encontró con el problema del derrumbe, que provocó un corte en ese lado del barranco. Era imposible bajar sin arriesgarse él mismo, así que le dijo al muchacho que no podía bajar sin exponerse y así seria más difícil sacarlo.
Fulgencio volvió a subir.
Ya estando arriba, se formó un grupo de bomberos que descenderían desde la colonia llamada El Carmen, los cuales recorrerían el barranco hasta dar con el muchacho.
Los acompañaron algunos agentes de seguridad de la U, entre ellos iba Élfido, un amigo mío.
Bajaron y recorrieron toda la pared del barranco, pero no dieron con el muchacho, pasaron horas y ellos seguían buscándolo, gritaban pidiéndole que les dijera donde estaba, pero el muchacho no respondió.
Llegó la noche y era imposible seguir buscando, así que volvieron a subir, esperarían a que amaneciera y con la mañana volverían a buscarlo.
Esa noche de nuevo el muchacho llamó, su voz era desesperada, cansada y suplicante:
“Por favor!! Ayúdenme!! Me persiguen por eso me tiré al barranco, ayúdenme a salir!”
El día siguiente el cuerpo de bomberos mandó otra unidad, en esta ocasión bajó otro bombero al que llamaremos Pepe, sus órdenes eran bajar y constatar que el muchacho aún estuviera ahí.
Al descender Pepe se topó con el mismo problema, el corte por el derrumbe, pero logró ver al joven, al que le dijo que habían estado buscándolo, pero que gritara cuando escuchara al grupo de rescate para que estos lo ubicaran con más facilidad.
Volvió a bajar el grupo y no encontraron absolutamente nada, Pepe volvió a descender una vez mas y ya no miró al muchacho.
Frustrados los elementos del cuerpo de bomberos se retiraron, habían pasado dos días buscando, y no lo encontraron.
Al tercer día, descendió otro bombero con el equipo necesario para llegar hasta donde estaba el muchacho que llamó de nuevo por la noche, pero éste no miró nada, buscó y ni señas del joven, así que volvió a subir.
Ya estando arriba les comentó a los compañeros que no había nada ahí abajo, Fulgencio y Pepe dijeron que era imposible, ya que ellos habían visto la fractura expuesta en la pierna del muchacho y éste no se podía mover.
Pasó esa noche, pero en la mente de Élfido y los otros muchachos de seguridad había intranquilidad al saber que el muchacho podía estar mal.
A la mañana siguiente, uno de ellos al que llamaremos Pantaleón, le dijo a Élfido:
Mire, yo quiero bajar a buscar al muchacho otra vez, deme a 3 compañeros que estén dispuestos a acompañarme, llevaremos una radio, cuando estemos en el punto los llamaremos por radio para estar seguros que es el lugar.
Al llegar a donde debería de estar el muchacho llamaron por radio y efectivamente era el lugar, ya que se escuchaban incluso las voces tanto de los que estaban arriba como las voces de los que habían descendido.
Uno de los que bajaron incluso se alejó poco a poco de la pared, a modo de que los compañeros de arriba los divisaran y así fue.
Pantaleón vino y se acercó al corte hecho por el derrumbe y notó que era muy difícil que una persona sobreviviera al golpe, pero que también era imposible que el muchacho subiera y menos con la herida que tenía.
Lógicamente era imposible que se fuera caminando o que el río que pasa por ahí se lo llevara, no habían lluvias para que la quebrada creciera o tuviera cause.
El único movimiento que vieron fue el de una ardilla que asustada intentó subir por el corte, la pobre ardilla no pudo subir, Pantaleón la agarró con mucho cuidado por la espalda y al salir del lugar la dejó libre.
Volvieron a subir y se resignaron ya que no encontraron nada, por supuesto que tenían pena por el pobre joven, pero que más podían hacer después de tanta búsqueda.
Tiempo después, se volvieron a encontrar Fulgencio, el bombero y uno de los muchachos de los agentes de seguridad de la U, uno de los que descendió con ellos el primer día.
Y recordaron el triste suceso del joven que no pudieron encontrar.
El agente de seguridad le preguntó al bombero:
“¿Ya no supieron más del muchacho que se fue en el barranco mano?”
A lo que el bombero contestó:
Te contaré algo, fíjate que a pesar de que lo buscamos y no lo encontramos, él siguió llamando, yo no le creía al cuate que recibe las llamadas, pero como 3 semanas después recibimos otra llamada diciendo lo mismo, me llamaron para que escuchara lo que decía y me quedé frío al escuchar la misma voz del muchacho que vi tirado al fondo del barranco con la fractura expuesta en la pierna.

No creas, se me puso la piel de gallina, si no lo hubiera visto directamente y escuchado su voz juraría que es una de tantas bromas estúpidas que nos hacen a veces.
La gente no sabe que tenemos pocos recursos y que sus bromas lo único que logran es que gastemos los que tenemos.
“No puede ser” Contestó el agente de seguridad, “¿Qué será eso vos mano?”
Fulgencio le contestó:
“Te vas a reír, pero creo que es el fantasma del joven que aún llama desde el más allá. Que tal vez quiere que su familia o alguien encuentre su cuerpo.”
El pobre agente casi pálido le dice:
“No jodás, está duro eso”
Fulgencio termina diciendo:
“Como ya no ha llamado espero que el muchacho esté ya en paz…”
A su servidor sólo le queda comentarles que he sabido de otras ocasiones en que los bomberos encuentran el cuerpo de una persona por la mañana, llega la policía y acordona el área, horas después por la tarde llega el juez para hacer el trabajo correspondiente.
Lamentablemente los que la mayoría de veces llegan a avisarle a la familia son agentes de las funerarias que llegan antes que las autoridades a dar la noticia del fallecimiento y muy amablemente ofrecen sus buenos oficios.
Y en algunas ocasiones aún cuando la persona ha fallecido incluso un día antes, algún familiar dice:
No puede ser, si yo estuve hablando con él apenas hace un par de horas por teléfono.

Tal vez ustedes puedan saber de otros casos, algunos sé que no lo creerán, lo interesante es: que en esta ocasión los bomberos estuvieron recibiendo las llamadas de este muchacho por algunos días más…
Investigación, historia y narración: Fernando Andrade Mazariegos todos los derechos reservados Guatemala 2,014