La Llorona

Llorando en compañía de la llorona

A los 15 años Carol estaba muy enamorada de Antonio, muchacho que entonces tenía 17 años, la muchacha pasaba horas metida en su habitación imaginando lo bonito que podría ser tener una relación con él, incluso lo imaginaba en la mesa del comedor compartiendo con su familia, imaginaba también atardeceres en su compañía, así como largas caminatas en donde platicarían de todo un poco. Esto sería el inicio de los suceso con la Llorona.

La niña tenía mucha confianza con su madre, a la que le contaba todo, incluso lo que sentía por Antonio, doña Karla escuchaba a su hija, para ella era preferible que su hija le contara las cosas aunque a veces se aburriera de tanto escuchar lo mismo.

Carol vivía también con su tía Yolanda y tu tía Mercedes que la cuidaban mucho también, el padre de la niña don Juanjo residía en el norte, desde donde mandaba el sustento a su familia y un excedente para ahorrar, en fin, era una familia normal en todo el sentido.

La suerte quiso de que Antonio también estuviera enamorado de Carol, bastaron 5 visitas en la puerta de la casa de la niña para que se hicieran novios, eso sí, con el consentimiento de la madre de la niña, tanto doña Karla como las tías de la niña miraban la relación como un pasatiempo sano para Carol, ya que no la perdían de vista y los muchachos platicaban siempre en el sofá de la sala, a veces en la mesa o en el jardín.

Antonio era buen muchacho, en aquel entonces estaba a un año de terminar su carrera de diversificado, y comenzaba a sondear universidades para seguir estudiando arquitectura, pero Carol, que acababa de cursar el tercero básico ya se imaginaba una vida con él, hasta le tenía nombre a los 3 hijos que iban a tener, la niña se encargó de irle contando esto al muchacho poco a poco, pero al chico le asustaba la idea de comprometerse tan así, las gotas de sudor resbalaban por su frente cuando ella hablaba de una vida juntos.

En un principio el muchacho no ponía tanta atención cuando Carol se emocionaba con el tema, pero al llegar las vacaciones de fin de año, la niña pensaba que vería a diario a su novio, pero en vez de eso, las visitas fueron más escasas, en aquel entonces no existían los teléfonos celulares, sin embargo la muchacha llamaba hasta 5 veces al día a la casa de su novio para platicar con él, Antonio se excusaba por cualquier cosa para no llegar tanto a visitarla.

No era que Antonio no la quisiera, lo que pasaba era que no sabía cómo hacerle ver a la niña que sus planes a la larga era estudiar y no formar una familia muy pronto, pero no se lo decía para no lastimarla. Llegó diciembre entonces, las visitas del muchacho fueron más regulares, esto tenía muy contenta a la patoja, que por un tiempo dejó el tema por un lado.

Pero el primer domingo de ese diciembre la niña volvió a tocar el tema pero con más insistencia, ni bien los habían dejado solos en la sala ella le dijo a Antonio: “Amor, ya tengo pensado cuánto tiempo se llevarán cada hijo nuestro, creo que sería bueno que por lo menos se llevaran 3 años cada uno”, la incomodidad en Antonio comenzó.

Carol dijo entonces “sería bueno que vayas pensando la fecha en que tus padres hablen con los míos del asunto”, las manos del muchacho comenzaron a humedecerse por el sudor, Carol: “lo bueno es que el próximo año te recibes y puedes comenzar a trabajar, así nos casamos de una vez”, esa fue la gota que derramó el vaso, entonces Antonio comenzó a hablar.

Antonio: “Yo no me estoy casando con vos, mis padres aún me compran hasta los calzoncillos, lo que más deseo en la vida es estudiar y sacar una carrera universitaria, y para eso falta mucho”, Carol que lo tomó muy bien dijo entonces: “A bueno, has estado jugando con mis sentimientos, arruinas mis planes, yo que te he dado los mejores años de mi vida! Antonio: “Puchis, y mis planes qué, perdona, pero yo no me estoy casando con vos todavía”.

Karla que había escuchado todo, entró en la sala porque lo que había comenzado como una charla normal ya era una discusión. Karla al entrar se disculpó con Antonio y dijo: “Mija, estás asustando al patojo, ya te dije junto con tus tías que tus planes son muy prematuros para su edad”, Carol dijo entonces: “Disculpe mamá, pero esa es una plática entre Antonio y yo”, Antonio se levantó, se despidió amablemente, abrió la puerta de la calle y dijo: “Disculpe las molestias doña Karla”, y mirando a Carol dijo: “Terminamos”, acabando así con una larga relación de 3 meses, luego cerró la puerta y rápidamente se encaminó a su casa.

No habían pasado ni 30 segundos y Carol era una Magdalena en lágrimas, le echaba la culpa a su madre, a sus tías, a la vida, lloraba amargamente a veces llamando al novio para que regresara, a veces diciéndole que se arrepentiría por haberla dejado.

El llanto de la Llorona

En un principio la madre y las tías de la niña la trataron de consolar, pero después de un par de horas de un llanto sin cesar se aburrieron y le comenzaron a llamar la atención, pero eso sí, la niña no dejaba de llorar, de lamentarse e incluso de desear males.

Al siguiente día la muchacha no se quiso levantar de la cama, le dolía mucho la cabeza y tenía nauseas, pero era lógico después de pasar llorando toda la noche hasta quedar dormida, le llevaron la comida a la cama, pero cuando la muchacha comenzó a sentirse mejor comenzó nuevamente a llorar amargamente, pasó todo el día y la tarde así, hasta quedarse dormida, al tercer día, la chica casi ni hablaba, fue aquí cuando se empezaron a preocupar, incluso pensaban en avisarle a algún médico para que la fuera a ver, pero como esa tarde la pasó tranquila acostada en su cuarto ya no llamaron a ningún doctor.

La madre y las tías antes de acostarse a dormir, fueron a verla a su cuarto, la niña dormía tranquila, entonces se retiraron a platicar en la cocina, Karla: “Creo que hemos consentido mucho a la nena y por eso se puso así”, Yolanda: “Hay que comprender que fue su primer noviazgo, pero no es bueno que se ponga así tampoco, le va hacer mal”, Mercedes: “Hay que darles un tiempo, a lo mejor el muchacho regresa cuando la nena comprenda que no son así las cosas”.

La llorona. Créditos a quien corresponda

De pronto desde el cuarto de Carol se comenzaron a escuchar unos gemidos de dolor muy feos, tanto que crisparon los nervios a las tres damas que platicaban en la cocina, Yolanda: “Ya empezó otra vez”, los gemidos se convirtieron en lamentos de angustia, Mercedes: “Hay Dios, le va a doler la cabeza”, entonces un llanto desgarrador se comenzó a escuchar, pero no era un llanto de niña, era más parecido al de una mujer adulta, fue entonces que Karla tomó un chicote viejo que tenía en su cuarto y dijo: “Hoy si le voy a dar para que llore por algo y no por babosadas”.

Karla iba en dirección al cuarto de Carol con el chicote en la mano seguida de sus hermanas que trataban de hacerla entrar en razón, a tres pasos del cuarto aún se escuchaba el llanto, pero al entrar y prender la luz, Carol dormía profundamente, las tres damas sintieron algo extraño, la habitación estaba muy fría, pero la niña estaba bien tapada, luego de un silencio incómodo, Yolanda dijo: “Esta pobre hasta dormida llora, definitivamente hay que hablar con ella mañana”

Era tanto el cansancio de la madre de la niña por los tres días que ésta había pasado llorando que empezó a escuchar cosas extrañas mientras trataba de dormirse, por ratos creía escuchar un llanto, pero al despejarse y abrir los ojos no había nada ni se escuchaba nada, luego sentía mucho frío, a veces escuchaba como carcajadas ahogadas, pero al final se quedó dormida.

A la mañana siguiente todo parecía estar bien, las tres se tomaron el tiempo necesario para platicar con Carol, ella en un principio no quiso escucharlas, pero al ver el chicote en la mano de su madre como que fue comprendiendo mejor lo que le trataban de dar a entender, también se quedó más tranquila cuando su tía Mercedes le dijo que a lo mejor el patojo luego de unos días volvía a buscarla y arreglarían todo.

Pero el 18 de diciembre de ese año, una disque amiguita de Carol la llamó por la tarde para darle una noticia inesperada, Carol que estaba contenta con escuchar a Florecita su amiga del colegio, no esperaba lo que esta muchachita le iba a decir, Florecita: “vos, ya supiste que el Antonio tu ex traido anda con la Pamela de novios, puchis vos, quien se lo miraba tan seriecito mira, ahí anda ya con otra”, Carol colgó el teléfono y nuevamente se puso a llorar, pero esta vez no fue amenazada por su madre con ser cinchaceada, en vez de eso fue escuchada por sus tres protectoras.

¿Qué podían hacer? Si Carol había recibido un duro golpe al corazón, su primer amor, su primer novio al parecer andaba ya con otra en menos de un mes de terminada su relación.

Los oficios de la casa se hacían normalmente, pero siempre de fondo estaba el llanto de la niña en su cuarto, esto poco a poco les exasperaba a las tres damas pero qué iban a hacer, las tías secaron las lágrimas de Carol y la sentaron a la mesa para cenar, todo transcurría en silencio, la niña sólo jugaba con la comida en su plato, pero al recoger los platos de nuevo comenzó su llanto.

Tan incómoda estaba Karla que al llegar a la cocina tiró los platos al fregadero quebrándolos todos, luego en la sala mientras trataban de ver televisión, Carol seguía llorando en el baño, noche larga de diciembre como muchas en que el frío y el viento contrastaban con los bellos sentimientos comunes de la época.

Como no podían dormir las tres damas siguieron viendo televisión, mientras la niña se tranquilizaba, luego Carol se acercó para acompañarlas ya un poco más tranquila, pero como a eso de las 11 de la noche comenzó de nuevo a llorar a mares, entonces ya cansada doña Karla la tomó fuertemente del brazo y la jaló hacia el patio, la puso a la par de la gran pila que había y le dijo: “Aquí date gusto de llorar, ya me tienes harta, ya no te soporto, a la casa no entras hasta que dejes ese tu llanto tan tonto como vos”.

Adentro las tías que estaban angustiadas trataban de hacer entrar en razón nuevamente a la madre de la niña, pero ésta estaba decidida a dejarla ahí, ya estaba cansada y aburrida, luego de un tiempo escucharon que la niña lloraba menos, comenzaron a platicar de otras cosas, y más que todo de un viaje que harían las cuatro a fin de año, irían a parar al puerto para visitar a su señora madre, esto les levantó el ánimo, también sabían que el viaje le sentaría bien a la niña.

Entonces cerca de la media noche, la niña dejó de llorar, pero a los cinco minutos comenzó nuevamente con el llanto, pero esta vez era más suave, cuando al fin después de los ruegos de sus hermanas, Karla se disponía a entrar a Carol a la casa, escucharon algo raro, entonces Yolanda dijo: “Quién está llorando con Carol”, las tres quedaron en silencio, efectivamente se escuchaban a dos mujeres llorar, una era su niña, pero la otra se escuchaba que era una mujer mayor, Mercedes dijo entonces: “No puede ser, que raro, el patio de la casa no comunica con otro y aquí no ha entrado nadie”, entonces Karla abre la puerta del patio y Carol no estaba sola.

Mientras la niña estaba hincada y recostada en la pila, al fondo del gran patio, como a 15 metros en la esquina, entre un árbol de níspero y plantas ornamentales había un bulto alto, blanco, con algo que parecía cabello largo y enmarañado, cabello que cubría el rostro del bulto que por momentos tenía la silueta de una mujer, las tres quedaron paralizadas con esta visión, no sabían qué hacer, no sabían si era alguna vecina o algo, pero como suele suceder, comenzaron a sentir pesado el cuerpo y la mandíbula se les comenzó a trabar cuando este espanto dio un paso para salir de la esquina donde estaba.

Como pudo Karla le metió un jalón a su hija, esta parecía de trapo, estaba tan cansada de llorar que casi no tenía fuerzas, pero esto no le gustó al maligno ser, el cual se les acercó cuando iban para adentro de la casa, luego pegó un grito que las dejó paralizadas a las cuatro, ahí estaba ella en medio del patio, a menos de 8 metros de las damas.

Alta, de cabellos negros como la noche, cabello que le llegaba casi a los tobillos, de manos largas y huesudas, parecía un cadáver en medio de un largo vestido blanco que dejaba ver las coyunturas de sus extremidades óseas, estaba toda empapada de agua, poco a poco se acercaba, al llegar a menos de dos metros de ellas, Karla, Carol, Yolanda y Mercedes pudieron ver el rostro de esta horrible mujer.

La llorona, con rostro cadavérico y descarnado que dejaba ver un par de agujeros profundos en vez de ojos, de donde brotaban abundantes lágrimas de sangre y purulencia que escurrían en su rostro llegando a manchar sus ropas blancuzcas y sucias, pero al llegar al suelo este fluido que salía de sus ojos se convertía en agua.

Por momentos lloraba y por momentos se reía de ellas, se burlaba de la desgracia que estaban pasando, de la incomodidad y de todo aquello que no les daba paz, ella quería a la muchacha, a Carol, la quería con ella para seguir llorando las dos juntas, tal vez por un momento más, tal vez por la eternidad.

Pero cuando “La Llorona” quiso tocar a la niña por la espalda, Karla le dio un chicotazo en el brazo, lo que hizo que esta espanto retrocediera y les diera tiempo para entrar, cerraron la puerta del patio y comenzaron a rezar, pero era muy difícil, las oraciones se les enredaban, se les trababa la lengua, y Carol que no ayudaba seguía llorando, un frío inundó la casa completamente, vapores salían de sus bocas, temblaban mientras el sudor helado recorría sus frentes, lamentos se escuchaban en todo su hogar, nadie las podía ayudar.

Entonces Karla con enorme coraje, le metió 7 fuertes chicotazos a su hija mientras le decía: “mira por tu estupidez lo que has traído a la casa, en nombre de Dios reacciona”, entonces Carol dejó de llorar, tuvo nuevamente lucidez, las tías cobraron valor y empezaron a rezar, haciendo que poco a poco cesara el frío, y que esa mala entidad las dejara de molestar.

Al día siguiente fueron las 4 a pedir bendición en la iglesia, el sacerdote de su comunidad muy amablemente llegó a bendecir la casa, luego de este trago amargo pasaron una bonita navidad y un nuevo año muy bendecido en casa de la abuelita de Carol en el puerto.

Al volver a su casa todo estaba bien, se enteraron de que Antonio no andaba con nadie más, al parecer Florecita había jugado una mala broma a su amiga, Antonio y Carol tuvieron una buena amistad que duró muchos años, por supuesto que la niña cambió radicalmente su forma de pensar.

Hay muchos reportes sobre estos casos, en que “La Llorona” visita a damas en desconsuelo y que lloran exageradamente, algunas mujeres que han sido abandonadas por su marido, mujeres que han quedado embarazadas y dejadas por su pareja o novio, cuentan que mientras lloraban por la noche un lamento que no es de ellas las ha acompañado, pero no reconfortado, al parecer esta entidad disfruta de burlarse de la pena ajena.

Así que la próxima vez que lloren por algo que no vale la pena, tengan cuidado, no sea que lloren acompañadas de este ser maligno, de esta mala entidad, o sean arrulladas mientras duermen por el lamento de “La Llorona”.

La llorona
La llorona



Investigación, historia y narración: Fernando Andrade Mazariegos (Todos los derechos reservados Guatemala diciembre 2015).

Agradecimiento a Marivel Moral por compartir conmigo sus conocimientos sobre estos casos.

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