La Ouija

Marisol, La Ouija y la Escapula

Miriam entró con las otras niñas en un salón desocupado, cuidaron de cerrar la puerta muy bien, Julia sacó una tabla ouija de su bolsón y la puso en el suelo, las 6 niñas se sentaron alrededor de la tabla, de pronto Tania dijo: “Esperen, saqué del cuarto de mi hermano algo que él usa para jugar con sus amigos la tabla”, diciendo eso sacó de una bolsa que llevaba colgada del hombro un hueso humano, una escápula.

Tabla de la Ouija

Al ver el hueso de humano a Ingrid y a Carol les dio un poco de asco, así que no quisieron poner sus manos, así que fueron Tania, Julia, Miriam y Lesly las que se animaron a tocar la escápula para comenzar el juego.

Al principio cuando Julia hacía la clásica pregunta: “¿Hay alguien ahí?”, no había respuesta en la tabla, no había ningún movimiento en especial aparte del que conscientemente hacían estas en forma de 8. Durante los primeros 15 minutos no faltaron las bromas de las chicas haciendo mover la escápula en forma de broma, provocando el susto de unas y la risa de otras.

Empezaban a desistir, pero era Miriam la que insistía en seguir probando ya que quería preguntar si Juan, el muchacho que le gustaba sentía algo por ella.

La Ouija y sus manifestaciones

Mientras Julia encendía un cigarrillo y lo pasaba a las demás, Miriam sola sentada en el piso preguntaba: “¿Hay alguien ahí?, ¿Hola?, ¿Hay alguien ahí?, lo que empezó a ser la burla del resto de las demás, de pronto entre las risas Miriam preguntó fuertemente: “¿Hay alguien o cualquier cosa ahí?”, fue entonces que el movimiento de las manos de la chica se clavó fuertemente en el “Si”.

En un principio no le creyeron, pero Lesly quiso cerciorarse y puso sus dedos en la escápula y dijo: “Señoritas, esto no se puede deslizar por más fuerza que le ponga, luego todas pusieron los dedos en el hueso pero no lograron deslizarlo o moverlo, peor aún, todas sentían que tenían los dedos pegados y por una fuerza extraña no podían quitar las manos de dicho objeto.

Entonces Miriam preguntó: “¿Cómo te llamas?”, de pronto la escápula que usaban como puntero, empezó a formar un nombre, primero una “M”, luego una “a”, seguida de una “r”, después una “i”, siguió una “s”, enseguida una “o”, para terminar con una “l”: “Marisol”.

Al principio pensaban que alguna estaba jugando una broma, pero al tratar de quitar las manos se daban cuenta de que no podían, lo que estaba sucediendo era real. Julia empezó a preguntarle varias cosas, estaba emocionada, era la primera vez que hacía el juego, no como había dicho a sus amigas; le preguntaron a Marisol que era, preguntaban cosas como: “¿Eres un demonio?, ¿Eres un fantasma?” dando como resultado siempre el “No” en la tabla, pero cuando Miriam preguntó: “¿Eres una alumna?” el puntero señalo el Si.

Preguntaron cómo había muerto, letra a letra Marisol contó su triste historia, había muerto siendo abusada y enterrada sin que su familia supiera de ella, en el año 1,956 en manos de 5 criminales, también les comentó que ella con ayuda de “algo” más, había provocado la muerte de los 5, pero no podía ni quería irse de este plano.

Las chicas no se dieron cuenta del tiempo que había pasado, así que como habían notado su ausencia en las clases después del receso, algunas maestras y monjas las estaban buscando.

Fue Tania la primera en comentar: “Ya es tarde, hemos estado más de hora y media acá, cerremos esto”, a tiempo se escuchaban pasos cerca de la puerta de aquel lugar, pero Miriam aún no había preguntado sobre Juan, no quería cerrar sin hacer la pregunta, cuando se disponía a hacerlo, empezaron los gritos de una sor que mientras somataba la puerta decía: “Tania, Julia, Miriam, Lesly, Ingrid y Carol, ¿Qué están haciendo?, ¿acaso no tienen clase?”

Esto provocó que las niñas se pararan inmediatamente pero para su susto aun tenían los dedos pegados a la escápula y el hueso increíblemente estaba aún pegada a la tabla también, algunas de ellas empezaron a gritar, mientras Tania gritaba: ¿Adiós, vete, adiós?, queriendo cerrar el juego, Miriam no dejaba de preguntar por Juan, una a una se fueron soltando a la fuerza, lo que provocó que cayera la tabla y la escápula al piso, provocando un extraño sonido, como si tres cuerpos de carne y hueso hubieran caído de muy alto.

Al entrar la sor empezó a regañar a las muchachas, pero sólo Miriam no le hacía caso, estaba triste y se había vuelto a sentar en el suelo viendo fijamente al juego, al incorporarse para recibir el regaño de pronto, frente a la mirada asustada de las niñas y de asombro de la monja, la escápula se empezó a arrastrar en el piso, primero lentamente con dirección a Miriam, ésta del miedo se quedó inmóvil, con más velocidad el hueso llegó a su pie y empezó a subir por su pierna, llegando hasta su mano, por el brazo llegó hasta su rostro queriéndosele meter por la boca.

Sor Ana jaló a la niña y con un golpe botó la escápula de la boca de la misma, las niñas salieron corriendo menos Julia, que cuidó de esconder la tabla para recogerla después, ya que era de su hermana mayor, Miriam se desmayó en los brazos de sus amigas, al despertar en el sofá de la oficina de la dirección estaban ya sus papás platicando con la directora del plantel, Don Antonio al verla despertar dejó caer todo su enojo en la niña, Doña Eva madre de la chica, hizo que se contuviera de pegarle.

Esa tarde no apareció la tabla ni la escápula por ningún lado, a las 6 chicas les levantaron acta por mal comportamiento y las suspendieron una semana, Miriam contemplaba triste el atardecer desde el asiento de atrás del carro de su padre, deseando que nada de eso hubiera pasado, deseando no haber sido tan tonta.

Fue una semana muy pesada para Miriam, ya que sus padres estaban realmente muy molestos, pero como todo pasa, la niña regresó al colegio y se siguió juntando con sus amigas, se enteró de que Julia pudo sacar la tabla de donde la habían escondido cuando regresó con su papá para platicar con la directora.

Pero lo que no apareció por ningún lado fue la escápula, el sólo hecho de recordar la forma en que se le subió en el cuerpo hacía que la niña palideciera y se sintiera mal, lo malo es que no dormía bien, al parecer por la sugestión de lo sucedido Miriam tenía repetidos sueños en que la perseguían 5 sujetos, que querían hacerle daño, también soñaba con una muchacha que parecía tener su edad, 16 años, que supuestamente trataba de ayudarla pero siempre caía en las manos de un espectro oscuro.

Todas pasaron noches sin dormir por miedo a las pesadillas que tenían, pero sólo Miriam soñaba con ella, con Marisol.

Llegó el fin del ciclo escolar, algunas de las chicas del grupo salieron a vacacionar, pero en casa de Miriam como todos los años, en diciembre esperaban la visita de la hermana de doña Eva que venía del interior de la república a pasar la temporada con ellos, junto con su esposo y dos hijas, como Miriam era hija única, quería a sus dos primitas como a hermanas y disfrutaba mucho de su compañía.

El 9 de diciembre por la noche, las niñas se habían quedado en la sala haciendo pijamada, quedándose dormidas cerca de las 2:30 de la mañana, de repente Miriam despierta por sentir mucho frío y ve parada frente a ella a la que pensaba que era una de sus primas, la más grande, Gloria que tenía su edad, lo extraño es que Gloria parecía tener el pelo mas corto y liso, de pronto escucha que lloran, ve a su derecha y es Dayane su prima de 12 años, que tenía las manos en el rostro, lo peor fue ver a su prima Gloria profundamente dormida a la par de Dayane.

Miriam empezó a sudar frío en el ya helado ambiente que había, ya con la vista despejada se dio cuenta que era la misma muchacha que aparecía en sus pesadillas, diciéndole que le ayudaría pero que al final realmente no lo hacía y se reía de ella.

Sin moverse ninguna de las dos niñas despiertas, sentían cada vez más helado el entorno, Dayane empezó a mover la pierna de Gloria para despertarla, ésta al despertar y ver a esta cuarta muchacha que no sabía qué era lanzó un grito que despertó a todos en la casa, el primero en llegar fue don Antonio con su esposa, seguida de su cuñada y concuño, hasta Alicia la señorita que ayudaba en los quehaceres domésticos se despertó y llegó a la sala, ahí, frente a los ojos de los 8 que estaban en casa, Marisol se desplazó hasta la puerta del patio, no caminaba, solo se deslizaba y decía; “vámonos Miriam, ya viene”.

Héctor el papá de Gloria y Dayane, se apresuró a levantar a las niñas y a llevarlas al cuarto de don Antonio, de pronto ya seguras y tapadas, aparecieron el resto en la habitación comentando don Antonio: “No puede ser, no hay nadie en el patio”, doña Eva: “Eso no es normal amor”, doña María hermana de doña Eva dijo: “Santísima virgen, yo le vi la cara y no me la saco de la cabeza.

De pronto empezaron a escuchar ruidos nuevamente, al salir del cuarto vieron como Marisol había regresado y se deslizaba por la sala, fue viendo eso y todos entraron de nuevo rápidamente cerrando la puerta, en la puerta por el lado de adentro doña Eva tenía un crucifijo herencia de su señora madre, cuando don Antonio lo iba a tomar entre sus manos ella le dijo que no lo hiciera, que ese crucifijo no dejaría que entrara ese mal.

Fue entonces que empezaron a escuchar risas, también forzaban la puerta pero ésta no se abría, el viento helado de las 3 de la madrugada empezó a meterse en el cuarto por las ventanas, la pobre Alicia que también estaba en el cuarto comenzó a llorar, doña Eva la abrazó y empezó a rezar el Padre Nuestro, pero se le olvidaban partes, las risas seguían, pero la puerta aguantaba.

De pronto se formó la silueta de una chica por la ventana, que le decía: “Miriam vámonos, ya viene, te va a llevar, vámonos”, ya cansado don Antonio reaccionó de una forma un poco extraña, sacó de su mesa de noche un revolver 38 especial y dijo: “Héctor, saquemos esa babosada de acá”, “démosle compadre” dijo Héctor, que era padrino de bautizo y confirmación de Miriam.

Pero no pudieron abrir la puerta, los sonidos cesaron, no apagaron la luz, pudieron al fin abrir la puerta pero no encontraron nada, nadie durmió esa madrugada.

A la mañana siguiente, mientras las niñas y Alicia dormían bajo el cuidado de doña Eva, los adultos platicaban en el comedor sobre las extrañas cosas que vivieron esa madrugada.

Héctor: “vos Antonio, tienes que bendecir la casa mano, para que eso no vuelva”, don Antonio: “Si, voy a llamar al padre Pablito que anda por Esquipulas para que se dé una vuelta por acá nomás regrese”, doña María: “Si, para que saque de la casa las dos cosas esas”, al mismo tiempo los caballeros preguntaron: “¿Qué dos cosas?, a lo que doña María respondió: “Primero a la mujer esa, que estaba en la sala y que se quería meter por la ventana, luego a ese que quería tirar la puerta, siento que no eran lo mismo”.

“María tiene razón” dijo doña Eva entrando en la pieza, “Yo también creo que son dos”, Héctor preguntó: ”Pero no entiendo por qué molestan, si aquí siempre ha sido tranquilo”, a lo que don Antonio contestó: “Fíjate vos Héctor que desde que en agosto la nena tuvo un problema en el colegio, por andar jugando con una tabla ouija con sus amigas ella dice que sueña cosas y ve una sombra.

Con los demás padres de familia llevamos a confesar a las patojas y a misa, pero aun así solo Miriam siguió con eso, pero para serles sincero, desde hace unas semanas para acá, cuando he venido tarde por recibir pacientes en el consultorio me incomoda mucho pasar por la sala cuando está todo oscuro”.

“No te preocupes Antonio” dijo Héctor, “Acá nos quedamos para apoyarte como familia”, don Antonio llamó al Padre Pablito, le contó lo que estaba sucediendo en su casa, el Padre muy cordialmente le comentó que al día siguiente regresaba a la capital, que los llegaría a visitar por la noche, que no se preocupara y que les iba a bendecir la casa.

Sacerdote orando

Al llegar la siguiente noche, el sacerdote comenzó el respectivo rito, en el cual como todos sabemos es imprescindible que las personas que viven en el lugar estén presentes y participen en el mismo.
Comenzó el Padre: “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, todos respondieron: “Amen”.

Padre Pablito: “La paz del Señor a esta casa y a todos los aquí presentes”, todos respondieron: “Y con tu espíritu”. Todo transcurría bien hasta que en el momento del rito donde el Sacerdote hace la siguiente oración las cosas se pusieron extrañas, sacerdote: “Con ánimo agradecido y gozoso invoquemos al Hijo de Dios, Señor de cielo y tierra, que, hecho hombre, habitó entre nosotros”, y digamos: “Quédate con nosotros, Señor”. En ese momento cayó al suelo un vaso de cristal en la cocina.

El Padre sin titubear continúo diciendo: “Señor Jesucristo, que con María y José santificaste la vida doméstica, dígnate convivir con nosotros en esta casa, para que te reconozcamos como huésped y te honremos como cabeza”. Respondieron todos: “Quédate con nosotros, Señor”, entonces en la cocina se escuchó la caída de unos platos y una queja que venía del pasillo de los dormitorios, doña Eva tuvo la intención de dirigirse a la cocina, pero el Padre Pablito se lo impidió.

El Padre Pablo era de la orden Franciscana, contaba ya con 57 años de edad, y a pesar de ser un hombre de baja estatura y de apariencia humilde, era una persona muy carismática con los jóvenes y era muy querido en su comunidad, un poco enojón en ocasiones, pero gran persona.

El sacerdote cambió entonces las oraciones y al parecer también el rito, con una actitud admirable y con enérgica voz comenzó a rociar agua bendita por toda la casa diciendo: “En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen”. “Gran y glorioso Príncipe de los Ejércitos Celestiales, San Miguel, el Arcángel, defiéndenos” “Porque para nosotros la lucha no es contra sangre y carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los poderes mundanos de estas tinieblas, contra los espíritus de la maldad en lo celestial. Ven y asiste al hombre quien fue creado en Su imagen y quien Él ha redimido de la tiranía del demonio a un gran precio”.

Cuadros en la pared comenzaron a caer, el ambiente se puso demasiado helado, incluso en el cuarto de Miriam, al abrir la puerta, un viento que formaba un pequeño remolino movía desde sabanas hasta muebles, pero el Padrecito continuó con autoridad: “En el nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor, fortalecido por la intercesión de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, del Bendito Miguel, el Arcángel, de los Benditos Apóstoles, Pedro y Pablo, y de todos los Santos, confiadamente nos aprestamos a la tarea de repudiar los ataques y engaños del diablo”.

Se presentó entonces una figura que no habían visto, sólo Miriam reconoció da silueta oscura masculina que la atormentaba por las noches, que le aruñaba las piernas y acariciaba el cabello, al intentar éste tocar al siervo de Dios fue expulsado por una luz que iluminó todo el cuarto, dejando un ambiente tranquilo y limpio en toda la casa.

Terminando el rito el Padre Pablito les comentó que ya podían estar tranquilos, que efectivamente algún demonio había seguido a la niña después de la travesura que hicieron con las demás niñas, posiblemente con intención de poseerla o hacerle algún mal, regañó con cariño a Miriam y le dijo que este espectro ya no la volvería a molestar, pero que cualquier cosa podía llamarlo a cualquier hora.

Héctor junto con don Antonio se encargaron de encaminar a la parroquia al Padrecito, al bajarse éste del vehículo les dijo: “Dios me los bendiga, aunque ya el mal está lejos de la casa, aún está un espíritu cerca, una que vi afuera de la casa, no creo que se acerque por la bendición, pero siempre tengan cuidado, cualquier cosa no duden en llamarme”.

Efectivamente, el ambiente de la casa mejoró en todo, Miriam entró nuevamente a estudiar, todo parecía bien, pero por momentos tanto don Antonio como doña Eva escuchaban platicar a su hija con alguien, pensaban que tal vez alguna de las compañeritas había llegado a hacer tarea a la casa o bien pensaban que Miriam estaba hablando por teléfono.

Cuando iban a verla a su cuarto o al estudio ella estaba sola y estudiando, cuando alguno de sus papás le preguntaba con quién estaba hablando, ella respondía que sólo estudiaba en voz alta, lógicamente ellos no se quedaban tranquilos y le advertían que no hiciera ninguna tontería porque ya habían tenido una muy mala experiencia.

Por tres años, al principio en secreto Miriam sostenía comunicación con Marisol, en su casa, en la escuela, incluso dejó de ir a la iglesia, pero poco a poco esta relación se hizo evidente y descarada, los padres de la muchacha se fastidiaban mucho cuando le daban una orden y ella respondía: “Marisol no quiere que lo haga”, cuando ella quería ir a algún centro comercial o al cine y doña Eva se ofrecía para irla a dejar o a traer su hija le respondía: “No te preocupes, Marisol se va y se viene conmigo”.

La relación empezó porque supuestamente el fantasma de la mujer le respondía cosas que ella quería saber, sobre muchachos, lo que hablaban las amigas, lo que hacían sus padres, pero en ocasiones también este espectro como que la obligaba a hacer ciertas cosas que Miriam no quería, entonces, cuando la niña no le hacía caso se peleaban, muchas noches la muchacha aparecía en medio de los padres porque no podía dormir sola, luego al parecer se reconciliaban con Marisol.

Tristemente hasta don Antonio y doña Eva se acostumbraron a estar en casa con este espíritu, incluso en ocasiones la veían pasar con el rabillo del ojo, a veces la veían los dos al mismo tiempo, pero cuando alguno de ellos comenzaba a decirle que en nombre de nuestro Señor Jesucristo se alejara, increíblemente Miriam salía en su defensa y gritaba que la necesitaba.

Como suele suceder los sacerdotes en ocasiones son cambiados de parroquia, sucedió esto también con el Padre Pablito, así que llegó una noche de sorpresa a despedirse de la familia de Miriam, la que tenía más de un año y medio de no ir a misa, la verdad llegó no sólo para despedirse sino que para terminar el trabajo que no pudo concluir por los berrinches de la niña que incluso provocaron problemas entre sus papás, que apenas si podían dormir bajo el mismo techo.

Invitaron al sacerdote a cenar, ligeramente después de la cena sin embarazos el Padrecito le preguntó a Miriam: “Hija, por qué te empeñas en tener algo así cerca, sabes que he orado mucho para que se aleje de ti, pero como quieres tenerla cerca regresa al poco tiempo”, entonces la niña con lágrimas comenzó a contar: “Cuando hicimos la tontería de jugar con la ouija, no sólo dejamos la puerta abierta al espectro y a Marisol, sino que también al muerto al que pertenecía la escápula, yo he visto ese hueso en mis sueños todas las noches, pero ese pedazo de muerto se movió, se quiso meter en mi boca”.

Miriam: “cuando Sor Ana me lo quitó de encima, vi como caía al piso e hizo una grieta en el salón, se enterró, cada día se acerca más a mí, cada noche la ciento más cerca, viene por debajo del suelo abriéndose paso, la sueño viniendo, el muerto está molesto y se quiere desquitar conmigo porque yo fui la que en mi mente le decía que si él hacia funcionar el juego, yo le daría lo que él quisiera, fui tonta muy tonta, cada minuto está un centímetro más cerca de la casa, sólo Marisol puede avisarme cuando esté cerca porque seguro dará conmigo”.

Los padres de Miriam no podían articular palabra, sólo a la pobre Alicia que también cenaba con ellos se le salió la siguiente expresión: “Burra”, luego se llevó las manos a la boca con pena, el Padre Pablito le dijo que confiara en Dios, en Nuestro Señor Jesucristo y en la Virgen María, que dejara que él hiciera que Marisol se alejara y que también haría que el supuesto espíritu que se movía en la escápula no la molestara.

La niña confió y el Sacerdote como instrumento de Dios logró alejar a Marisol, dejó bendita la casa nuevamente, haciendo prometer a la niña que ya no haría que el espectro de la mujer regresara.
16 años después me reencuentro con mi amiga, me cuenta que el Padre Pablito se encuentra descansando ya en los brazos de Dios, tuvieron que irse de la casa porque aunque Miriam ya no buscaba la compañía de Marisol, ésta se le presento un par de veces más, pero Miriam la ignoró e incluso la reprendió.

Lo malo es que sigue soñando que la escápula la busca, al parecer llegó a su antigua casa donde molestó a la pobre familia que rentó unos meses el inmueble, Miriam sueña, piensa y siente que se acerca cada día más a ella, pero no tiene miedo, ahora más que nunca va a la iglesia con el que ahora es su esposo y con sus tres niñas.

Dice mi amiga que si algún día la encuentra, ella lo enfrentará.
Nunca jueguen a la ouija, ni siquiera de observadores, no sea que como a la pobre Miriam te molesten años de tu vida por una tontería…

Tengo una muñeca
vestida de azul,
anda por las calles
donde andas tú.

La saqué de casa
y se molestó
nunca la busques
ella es Marisol…

Investigación, historia y narración: Fernando Andrade Mazariegos (todos los derechos reservados Guatemala diciembre 2014)

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